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lunes, 21 de noviembre de 2016

MARCO SERRATO - "EL CAPITÁN SALIÓ A COMER..." (ALONE RECORDS; 12"LP, 2016)


Quizás parto de la ventaja de que no escuché nada de este "El Capitán Salió A Comer..." hasta que tuve oportunidad de ver a Marco Serrato en directo presentándolo en Espacio Cienfuegos hace unas semanas. El espíritu de un trabajo que casi roza el country/folk de grandes como John Fahey, Mike Watt o MingusHaden en cuanto al jazz, tiene que disfrutarse de forma palpable y física. Al igual que el libro de Bukowski, son cosas que al final del día tienen que doler, como duelen los huesos de los viejos granjeros (en América o aquí).

Es cuando ves a Serrato en toda su sencillez humana abrazar a su contrabajo y sacar una serie de canciones sencillas, cortas y brutalmente melódicas cuando entiendes y conectas con el espíritu de este grandioso trabajo que se ha marcado el sevillano. Desde la poderosa portada ("Anonymous Enigmatic Images from Unknown Photographers" by Robert Flynn Johnson, Thames & Hudson Ltd., London and Editorial Electa), hasta el diseño vintage de la galleta del vinilo (que casi invita a ponerlo en un gramófono), todo está cuidado con la pasión con que un músico mima cada uno de sus trabajos. 


En palabras de Serrato: "una pequeña locura con la que ha engañado a Alone Records". Limitado a 300 copias, es una preciosidad como objeto, que no es poco en los tiempos de consumo rápido que estamos viviendo. Y digo locura porque si la improvisación libre o la experimentación tienen un mercado bien definido (véanse "Taaru" o "Seis Canciones Para Cuervo"), este Ep es canción reducida a su más mínima esencia; un trabajo que donde funciona mejor es en la propia mente del autor, pero que por obra y gracia de eso que llaman empatía, conseguimos que adquiera vida propia en la nuestra. 

La versatilidad y originalidad de los trabajos de Serrato (y por supuesto, la honestidad) son tan genuinos que uno no puede más que rendirse ante algo hecho con la pasión del creyente. Cuando suenan esos primeros compases de "El Capitán Salió A Comer..." cierro los ojos y vislumbro al Viejo Sur de Cormack McCarthy, Bukowski o Flannery O´Connor y el Gótico Sureño


El espacio entre notas que sugiere otras notas y otros instrumentos son reducidos a eso, a silencio, de tal suerte que queda flotando en el ambiente un aire meditabundo, rural y campestre que casi está teñido del aroma de la siega o el gasoil de antiguos tractores o trilladoras John Deere

Espiga de trigo en los labios, un horizonte rojizo que cae como un telón y una cerveza en mano. "The Mountain Builder" casi pide un acompañamiento a silbido. Lenta, sinuosa, vibrante... un tema donde casi puede captarse a los Orthodox destilados en un alambique ilegal en cualquier bosque de Kansas. A continuación el contraste es marcado, con esa melodía juguetona de "Thimble Capp" rescatada de los Hidden Forces Trio (con ese enloquecedor timbre del clarinete de Gustavo) y que me encantaría escuchar tocada en un Banjo a duelo con el contrabajo. "Alto Padre" y "Santa Sangre" son melodías embrionarias de temas de Orthodox. El primero de ellos se abre con esos cascabeles que me retrotraen al "Interstellar Space" donde Coltrane daba inicio a cada tema de una forma similar, y que hacía de puente entre dos mundos, el terrenal y el espiritual. 

El bajo aquí es casi jazzístico, muy Haden en su pura esencia (y a la figura del cual está dedicado este trabajo), mientras que en el segundo corte "Santa Sangre" adquiere connotaciones de marcha funesta. Lento, con un deje flamenco a saeta que canta a los muertos... una pequeña pieza mortuoria.

"Los Nietos" cierra el trabajo. Sonido de insectos de fondo en un corte redentor, que huele a álbumes de fotos amarillentos; a porta retratos en blanco y negro del álbum de la vida, en el que cada pegatina que consigues es un nuevo óbito. Un bajo donde cada nota es un recuerdo penetrante, grávido (porque permanece) e imbuido de toda la melancolía rural que un contrabajo es capaz de vomitar.






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