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miércoles, 15 de septiembre de 2010

GENERACIÓN LUCHAKO



El nunchaku (japonés: ヌンチャク nunchaku) (chino: 雙節棍 shuāng jié gùn, 兩節棍 liǎng jié gùn, o 二節棍 èr jié gùn) es un arma de artes marciales con la que todos los hijos de la testosterona hemos soñado manejar alguna vez. Desde que vimos al todopoderoso Bruce Lee en algunas de sus películas, todos hemos querido alguna vez tener uno... yo entre ellos.


¿Y qué es lo que hacíamos los más manitas? Pues evidentemente, nos lo fabricábamos nosotros mismos: un palo de escoba, dos alcayatas y un trocito de cadena y listo para martirizar a tus hermanos y amigos con la todopoderosa arma conocida en los círculos ibéricos con el nombre de "luchako".


Dios Santo! ¿Hay algo más castizo que el "luchako", los tirachinas de palillos de la ropa o las estampitas de fútbol? Quizás el "luchako" sólo puede sobrevivir en autenticidad a las uñas largas del meñique que se dejaban largas nuestros padres para propósitos desconocidos...

Recuerdo como si fuese ayer cuando fui a la ferretería de mi barrio y le pedí al tendero que me vendiese un trocito de cadena; cuál fue mi sorpresa cuando me dijo: - ¿para qué la quieres, para hacerte unos palitos de esos?... la cara se me cayó de vergüenza y ni corto ni perezoso mi imaginación se puso a funcionar y le dije: - no, qué va... es "para un trabajo del colegio".

¿Existe acaso expresión más poderosa que ésta?: "Es para un trabajo del colegio"...
La frase de marras te abría todas las puertas y los mayores pasaban por el aro; conseguíamos cualquier artilugio que quisiésemos con la simple excusa del trabajo del colegio. Malditos infantes!...

Una vez que lo habíamos fabricado, venía el entrenamiento; horas de arduo trabajo en el que lo único que hacíamos era mover el palito de un lado a otro hasta que irremediablemente éste salía disparado y le daba a alguien, o bien nos pegábamos un porrazo en los codos que nos quitaba las ganas de gilipolleces por un rato. En el peor de los casos el luchako era confiscado por un mayor y a otra cosa, mariposa.

Espero que todos vosotros, generación del "luchako", hayáis aprendido la lección y hayáis dejado tan peligrosa arma para los expertos... pero a los que no, recordad que la senda del Kung-fu es ardua y peligrosa, y que los Hermanos del Shaolín no temen a nadie... bueno, quizás teman un poquito a los chusmones que nos robaban las estampitas pero eso es otra historia...

Por cierto, llevar un Nunchaku por la calle está penado por la ley...





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