Anoche tuve un terrible sueño. Sin saber cómo ni porqué, me encontraba arreglándome para una fiesta guatequera. Me puse un jersey de cuello vuelto, unos pantalones de pana acampanados y unas lustrosas botas picudas de ante. Me peiné las tremebundas y berracas patillas y me puse brillantina en el tupé...
Para colmo de males, yo que no fumo me encontraba en el sueño portando una extraña pitillera dorada con finos puritos mentolados... mi destino: BOBBY LOGAN.
La discoteca abarrotada de BOBBY LOGAN acogía misteriosamente a un grupo japonés que volvía loco a las féminas. Tipos con aspecto aflamencado y pañuelos de colores en los anchos cuellos de las camisas tocaban instrumentos melosos mientras la sala exhalaba humedad y vapor humano.
Mi camisa se pegó al cuerpo, surgiendo dos nauseabundos roales de sudor en la zona de las axilas... además, dos tremendas rozaduras en los pies no auguraban nada bueno para mis recién estrenadas botas. Las bolas de cristalitos cual Fiebre del Sábado Noche me tenían mareado... ¿era posible que me estuviese dando un bajón de azúcar?.
Ni corto ni perezoso me dirijo a la zona de la barra y con cinco duros que saco del bolsillo me compro un algodón de azúcar más grande que las pelusas que limpio debajo de mi canapé. Mientras, los tipos tocan una versión que me es conocida aunque no se precisar el nombre... las nenas están enamoradas del cantante y yo creo que voy a pedir un cenicero de esos que ponen CINZANO en el lateral y me voy a fumar un purito...
Y de repente me despierto.
Para colmo de males, yo que no fumo me encontraba en el sueño portando una extraña pitillera dorada con finos puritos mentolados... mi destino: BOBBY LOGAN.
La discoteca abarrotada de BOBBY LOGAN acogía misteriosamente a un grupo japonés que volvía loco a las féminas. Tipos con aspecto aflamencado y pañuelos de colores en los anchos cuellos de las camisas tocaban instrumentos melosos mientras la sala exhalaba humedad y vapor humano.
Mi camisa se pegó al cuerpo, surgiendo dos nauseabundos roales de sudor en la zona de las axilas... además, dos tremendas rozaduras en los pies no auguraban nada bueno para mis recién estrenadas botas. Las bolas de cristalitos cual Fiebre del Sábado Noche me tenían mareado... ¿era posible que me estuviese dando un bajón de azúcar?.
Ni corto ni perezoso me dirijo a la zona de la barra y con cinco duros que saco del bolsillo me compro un algodón de azúcar más grande que las pelusas que limpio debajo de mi canapé. Mientras, los tipos tocan una versión que me es conocida aunque no se precisar el nombre... las nenas están enamoradas del cantante y yo creo que voy a pedir un cenicero de esos que ponen CINZANO en el lateral y me voy a fumar un purito...
Y de repente me despierto.
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