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sábado, 18 de junio de 2011

AROMA DE VIDEOCLUB



En los tiempos que corren es difícil imaginarse la obligatoria existencia que tenían los videoclubs de barrio en las ya lejanas décadas de los 80 y 90. Comprarse un vídeo VHS o Betamax no era tan fácil como hoy día tener un reproductor de dvd. Las familias se empeñaban para comprar ese gran armatoste que quedaba empotrado en los antiguos muebles de salón abarrotados de figuritas de porcelana, añejos recuerdos, cuberterías completas y portarretratos de toda la familia. Pues bien, el momento de conectar el video y buscar el canal manualmente para sintonizarlo era toda una odisea, y los mas torpones pasaban horas para intentar sintonizar el canal que emitiría en adelante las señales mágicas que toda la familia esperaba.
No neguemos la dificultad ante la que se encontraban nuestros padres para conseguir que la señal se viese... y es que lo queramos o no, el Homo Tecnologicus es cosa de nuestra generación, y no de las anteriores. La frase que se decía cuando el vídeo quedaba bien puesto y sintonizado es: "esto ni tocarlo"...
Y entonces empezaron a surgir los videoclubs de barrio... esos antros con olor a vinilo y carátula añeja y a baraja de cartas usada donde nosotros de niños nos maravillábamos ante las esplendorosas carátulas de las películas de acción. ¿Quién de niño no desviaba la vista hacia arriba donde se encontraban las películas x, intentando que nadie nos descubriera ojeando las infames carátulas?...
La serie b, la serie z, las bizarradas y las italianadas (películas de Jaimito, exploitation...) convivían en las estanterías con clásicos ya hoy del cine de acción como Acorralado, Commando o El Guerrero Americano; las películas se alquilaban para verlas varias veces y disfrutarlas en su esplendor... con sus saltos de imagen, su tracking y sus ruidos de los cabezales, que a veces amenazaban con destruir nuestro preciado aparato.
Incluso a veces lográbamos tener dos videos y hacer copias de uno a otro; las copias que resultaban solían ser infames, se les iba el color y el sonido pero madre mía el gustazo que daba conseguir una copia de tal o cual película. Otra cosa es cuando llegó el Euroconector y las copias mejoraron en calidad...
Alquilar una película era un rito; no disponíamos de dinero para derrochar y la mayoría de las veces, el padre cabeza de familia tenía que elegir por todos (generalmente se recurría a la acción y aventura, con ligeros toques de destape femenino que provocaban esas sensaciones de incomodidad en nuestros padres, que intentaban evitar a toda costa que nos percatáramos de aquel imponente busto femenino que llenaba la pantalla mediante las mas irrisorias maniobras de distracción)...
Fruto pues de otra época, el videoclub ya no es lo que era y se ha devaluado. Ahora es especie en extinción pero otrora fue venerado como lugar de reunión social y como fuente de mil y una ilusiones. El peso de la cinta de videocassette nunca ha sido mas añorado, su particular olor magnético a plástico, nicotina, puñetazos y tiros ya queda en el olvido.
Tus amigos y antiguos usuarios no te olvidan...


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